Un nuevo estudio propone una solución innovadora para reducir hasta 6ºC la temperatura en el Metro de Madrid sin aumentar el consumo energético. La clave está en aprovechar la red de agua potable del Canal de Isabel II como sistema de geotermia, permitiendo un intercambio de calor eficiente sin afectar al servicio del Metro ni requerir intervenciones intrusivas en las canalizaciones.
Esta investigación, presentada en el VI Encuentro del Aula Madrid Subterra-UPM, demuestra que la geotermia puede ser una alternativa sostenible para mejorar la climatización de infraestructuras subterráneas. Gracias a este sistema, se reduciría el calor en estaciones y túneles, mejorando la experiencia de los usuarios y disminuyendo el consumo energético de los cuartos técnicos.
Además, el potencial de la geotermia no se limita al Metro. En el mismo encuentro se presentó un estudio sobre la viabilidad de utilizar el calor extraído de estaciones para climatizar edificios en superficie. Un ejemplo es la estación de Ciudad Universitaria, que podría suministrar energía al Aulario de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, logrando un ahorro del 50% en climatización y reduciendo más de 30 toneladas de emisiones de CO2.
Otro proyecto destacado analiza el uso del calor residual de las aguas residuales para generar calefacción y agua caliente sanitaria en edificios. Se estima que esta tecnología permitiría un ahorro del 23% en la demanda de calefacción y reduciría más de 100 toneladas de CO2 al año.
Madrid tiene un gran potencial para el desarrollo de la geotermia, especialmente en climatización y producción de agua caliente sanitaria. Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos, como la necesidad de permisos de perforación y los altos costes iniciales. Para impulsar su adopción, es fundamental promover incentivos y simplificar los trámites administrativos.
El desarrollo de tecnologías sostenibles como la geotermia puede marcar la diferencia en la eficiencia energética de las ciudades. ¿Será este el camino hacia un Metro más fresco y una Madrid más sostenible?